Ser agradecidos nos hace más felices

Es de bien nacido ser agradecido”. Así crecimos muchos de mi generación. Con esta frase hecha que se convierte en una forma de actuar, en un deber, en algo que hacemos de forma automática cuando recibimos algo o percibimos esfuerzo o beneficio.

Pero ese no es el agradecimiento del que quiero hablar hoy, sino de un concepto de gratitud que va más allá de la educación, la gratitud como sentimiento o emoción.

Es agradecer a las cosas más simples de la vida, y dicho así parece que entramos en algo místico. Y pienso, dejando de lado la religión y la educación, ¿Dónde queda la gratitud en nuestra vida diaria? Esa gratitud de la que hablan que nos hace tan felices.

La gratitud tiene que ver con la celebración. Agradezco, celebro. El ideal es agradecer sin necesitar que pase algo especial, eso es lo que nos lleva a la plenitud y a la felicidad.

Dónde queda la gratitud cuando tengo un jefe idiota, no soporto mi horario laboral y el tráfico en mi ciudad es insoportable? ¿Dónde queda la gratitud cuando estoy enfermo?

Ahí está el reto. En primer lugar creo que es necesaria la aceptación. Viendo mi situación, conociéndola y aceptándola. No aceptar la situación me deja en espacio de lucha constante y ahí no hay espacio para celebrar.

Acepto lo que me gusta y lo que no me gusta. Lo veo y elijo. Elijo celebrar lo bueno, agradezco, me centro en eso.

Creo que tiene que ver con donde ponemos el foco en nuestra vida. Si lo ponemos en aquello que nos falta es difícil vivir en estado de gratitud. Si pongo el foco en aquello que si tengo, el sentimiento de gratitud es automático. Llega la plenitud y con ella la felicidad.

Te invito a leer este artículo del País donde hablan de este tema:

http://elpais.com/elpais/2014/04/25/eps/1398421625_433152.html

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